¿Os acordáis en el colegio cuando nos tocaba cambiar de ciclo y cambiaba todo o casi todo?
¡Qué nervios ese primer día! compañeros nuevos, materia nueva y sobre todo profesores nuevos. Unos profesores de los cuales de algunos tenías referencias buenas y de otros malas. Si te tocaba el “profe bueno” pues perfecto pero si te tocaba el “profe malo” te quedaba el consuelo de que solo ibas a sufrirle un par de años y quizá, con un poco de suerte, no le volverías a ver. Eso sí… sabías que muy bien no lo ibas a pasar.
En el mundo de la empresa pasa exactamente lo mismo, cada vez que cambias de área o simplemente cambia tu responsable ya sabes que algo, poco o mucho, va a cambiar.
La incertidumbre es mayor cuando cambias de Empresa y no sabes con lo que te vas a encontrar.
A mí personalmente me ha pasado, y entiendo que a muchos de vosotros también, que después de la fenomenal venta que te ha hecho el departamento de Recursos Humanos / Personas / Felicidad sobre tu nueva Empresa, tu nuevo puesto, tus nuevos compañeros y sobre todo tu nuevo responsable; a veces te encuentras con que la realidad no era tan fenomenal como te la habían “pintado”.

Centrándome ahora en los jefes, durante mi vida profesional he tenido muchos responsables, directos, indirectos, jerárquicos y funcionales (por jefes que no falten) con los que he tenido la suerte o la desgracia de colaborar.
Y siendo tantos y tan sumamente importantes, la pregunta que todos nos hacemos o deberíamos hacernos es la siguiente: ¿qué características me gustaría que tuviera mi responsable para que yo rindiera óptimamente y progresara en mi puesto de trabajo? O lo que es lo mismo: ¿cómo quiero que sea mi nuevo “profe” para que gracias a él saque las mejores calificaciones?
Todos los estudios coinciden en que hay diferentes estilos de liderazgo o formas de dirigir equipos de trabajo:
- el autocrático: el jefe duro que controla a todo su equipo y que no permite iniciativas.
- el democrático: el que consulta todo a su equipo y le hace sentirse valorado.
- el burocrático: el jefe que no se salta las normas, que sigue el manual, que tiene a su equipo atado.
- el pasota: el que deja actuar a su equipo libremente y no lo controla.
- el transformacional: es inspirador y saca lo mejor de cada miembro del grupo, busca nuevas iniciativas y aporta valor a los procesos.
- el carismático: antepone su yo personal al del equipo, aunque sea muy valorado dentro de la compañía, el éxito depende de su figura como líder.
Seguramente que identificas un mínimo de dos responsables, dependiendo de la edad que tengas o de las veces que hayas cambiado de compañía o área, que hayas tenido o que conozcas en cada uno de estos seis estilos.
La teoría está muy bien sin embargo todos sabemos que un responsable puede modificar su estilo según las circunstancias del momento pero lo que debemos tener claro es que el liderazgo es inherente a la persona y a su forma de ser por lo que: el responsable finalmente siempre acaba teniendo la misma forma de liderar equipos ¿os acordáis de vuestros profesores cuando había momentos donde bajaban la guardia o se endurecían pero al final eran ellos mismos y tenían su propio estilo de educar?
Hablando de responsables, estamos en la misma situación de antaño salvo por una apreciación que las empresas deberían tener en cuenta: el talento se fuga de las organizaciones por los malos jefes y responsables, del “cole” no te podías ir si el profesor no te gustaba.

Entonces . . . es importante que reflexionemos sobre ¿cómo debería ser un responsable? No voy a responder a esta pregunta y lejos de basarme en los miles de análisis y estudios que existen sobre este tema, utilizando mi experiencia y el sentido común voy a responder a la siguiente: ¿cómo me gustaría que fuese mi responsable? Siempre he pensado que etiquetar un único modelo de liderazgo, en este sentido, además de imposible es anacrónico y después de años de reflexión sobre las cualidades fundamentales que debería tener un buen responsable, he llegado a las siguientes conclusiones que comparto:
- Maestro en su materia: un responsable debe conocer profundamente la materia de la que es responsable. Debe demostrar que tiene un conocimiento amplísimo en su área y por supuesto que es capaz de trasladar ese conocimiento al resto del equipo. Se le reconoce como un referente, una autoridad en la materia y no sólo debe ser reconocido dentro de su departamento sino en toda la organización. ¿Cuántas veces hemos visto que un responsable conoce menos la materia que sus propios colaboradores? este hecho dinamita la motivación y desempeño del equipo desde el primer momento.
- Respeto: un buen responsable se gana el respeto día a día con sus acciones y decisiones, debe tener una visión de futuro y no ser “cortoplacista”. Ya no se ciñe solo a su área o departamento sino a la compañía en general. Ganarse el respeto del resto de áreas y directivos es fundamental y eso se consigue siendo ejemplo y estandarte de valores, con responsabilidad, coherencia y objetividad. De nada vale saber mucho si luego no te haces respetar por culpa de tus acciones. Cuando éramos pequeños teníamos muchos profesores así, si lo trasladamos a nuestra experiencia empresarial también tenemos tristes ejemplos.
- Gestor de equipos: es vital que el responsable conozca las fortalezas y debilidades de cada miembro del equipo al igual que sus intereses profesionales para poder sacar lo mejor de ellos y siendo su objetivo último el de optimizar los resultados de la compañía a través de los mismos. En ocasiones un buen colaborador está “tapado” en su trabajo diario y seguramente necesita un apoyo para que se pueda desarrollar. En el otro extremo, varias veces he podido comprobar como el responsable no es que no conozca los intereses de los miembros del equipo es que ni siquiera conoce los CVs de sus colaboradores.
- Saber delegar: una vez que conoce las fortalezas de su equipo es capaz de delegar proyectos, ideas, tareas o procesos con el fin de que el equipo crezca, se desarrolle e innove, les hace salir de su círculo de seguridad para que aprendan y conozcan cosas nuevas. Siempre tutelando cuando el equipo lo reclame: que no es lo mismo que estar controlando y tener bajo la lupa todo el desarrollo del proyecto. Es todo lo contrario, dejar que trabajen libremente, que aporten ideas propias y solamente al final del proyecto se midan los resultados. Es una realidad diaria que muchos responsables dicen que delegan cuando en realidad están soltando “marrones” a sus equipos ¿no os ha pasado alguna vez?
- Comunicativo: un responsable debe confiar en su equipo y por ello es un “must” tener buenas habilidades de comunicación y trasladar toda la información que necesitan conocer todos sus colaboradores. La famosa frase de “la información es poder” ya no es válida tal y como la solíamos conocer, el paradigma ha cambiado. La comunicación se basa en la confianza mutua e información compartida y si un responsable no se fía de su equipo entonces, nada de lo anterior funciona.
Para mí, estos cinco atributos son suficientes y necesarios para ser un buen mando o directivo: ser responsable y gran conocedor de su área, ser un referente y un ejemplo en la organización, un buen gestor de equipos que sepa delegar en sus colaboradores con el objetivo de que éstos progresen profesionalmente confiando siempre en ellos.

Recuerdo a un buen responsable que tuve que siempre nos decía “quiero que seáis mejores que yo, que me superéis y si me quitáis el puesto entonces querrá decir que he realizado un buen trabajo con vosotros”
Lo que tengo muy claro es lo que no quiero: no quiero un responsable que no me enseñe nada porque no sabe, que sea incapaz de transmitir ilusión, que ponga trabas en mi desarrollo y crecimiento, que no me conozca, que no sea respetado, que no gestione con valores, que no delegue y no confíe en su equipo guardando para sí toda la información; hechos y realidades que por desgracia todos conocemos.
Hace años me contaron un relato corto que define claramente esto último:
En una entrevista de trabajo, el seleccionador le preguntó al candidato: ¿y usted como no quiere que sea su jefe?
A lo cual el candidato respondió: Ni Maya ni Azteca
El seleccionador se quedó extrañado: ¿ni maya ni azteca? – preguntó.
El candidato volvió a responder: Exacto, no quiero un jefe que nunca esté en la oficina y que cuando venga solo pregunte “¿Mayamado alguien?” ni tampoco quiero un jefe que esté todo el día “delegando” “Aztecargo tú de esto y tú de esto otro”
¿A que habéis puesto cara inmediatamente al maya y al azteca?
En definitiva, ¿es tan difícil ser un buen responsable? ¿las organizaciones no deberían trabajar por tener unos responsables con las características anteriores que sean capaces de desarrollar a sus equipos para que esto repercuta en un desempeño óptimo de la organización impactando así en la consecución de los objetivos de negocio?
Se nos llena la boca y siempre defendemos que la felicidad y el buen rendimiento del empleado deben ser las causas del beneficio y el desarrollo de la empresa. Si sabemos que en la base de todo ello se encuentra el tener un buen responsable, trabajemos entonces en crear y potenciar buenos líderes capaces de crear ilusión y rendimiento en sus equipos.
Me encantaría conocer tu experiencia ¿qué has aprendido de los jefes que has tenido? ¿cómo piensas que debería de ser el líder ideal? ¿tú cómo serías como responsable?
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