Si algo nos estamos demostrando en esta época de pandemia, aislamiento y polémica, es que el periodismo es un servicio de primera necesidad, y como tal debe tratarse desde la responsabilidad y el sentido común.
En estos últimos meses hemos visto como medios de todo el mundo aprovechaban la situación para alarmar a la población y así lograr mayor audiencia, pero también hemos sido testigos de la sensatez y la profesionalidad de muchos otros. La diferencia entre ambos es clara: mientras los primeros se entienden como una máquina inmoral de fabricar dinero a costa de informaciones sesgadas o manipuladas que no tienen otro fin que el de alarmar a la población, los segundos los entendemos como herramientas informativas fieles a la verdad y a la realidad.
Lorenzo Milá, reconocido corresponsal de TVE en Italia, ha protagonizado uno de los momentos más virales y representativos del buen periodismo en estos tiempos de miedo e incertidumbre, cuando en una conexión en directo manifestó que “no podemos hablar, que sé yo, de virus terroríficos como puede ser el ébola. No. Estamos hablando de un tipo de gripe del que se cura la gran mayoría de las personas que se han infectado”. Asimismo, se dirigió a Xabier Fortes con cierta indignación: “chico, parece que se extiende más el alarmismo que los datos”. A pesar de que la OMS ha hecho, en varias ocasiones, especial hincapié en el hecho de que el COVID-19 no debe ser comparado con una gripe, el mensaje tranquilizador, y en cierto modo reivindicativo, del periodista, fue más que suficiente para generar todo un movimiento en redes sociales. Al final, él hizo lo que tenía que hacer: transmitir la información que los médicos llevaban semanas repitiendo, desde la tranquilidad, la responsabilidad y la coherencia.
A diferencia de Milá, hay muchos periodistas sensacionalistas aprovechando la situación en la que nos encontramos. Claro ejemplo de ello es el artículo que publicó el pasado 24 de marzo el diario La Razón con el alarmante titular “El CSIC alertó en enero de la “letalidad” del COVID-19”. El mismo día que ese artículo vio la luz, el propio CSIC publicó un twit negando lo que en él se afirmaba.
La Fundación Gabriel García Márquez ha publicado un post en el que se recogen diez consejos para los medios de comunicación aún interesados en mostrar la realidad tal como es, comprometidos con la verdad y la ciudadanía.
Una de las cosas que recomiendan es consultar y entrevistar a varios expertos. Y es que tener un doctorado o dar clases en la universidad más prestigiosa, no te convierte en apto ni en experto en situaciones como en la que nos encontramos. William Hanage, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de Harvard, defiende la necesidad de llamar a “cuatro o cinco científicos”. Solo así podremos contrastar información y ver si es veraz y digna de publicación.
En esta misma línea, la fundación aconseja luchar contra la desinformación, manteniéndonos alerta en todo momento ante la inevitable posibilidad de encontrarnos con fake news. Nos vemos en una situación crítica en la que ya no solo leemos bulos acerca de los síntomas o la propagación de la enfermedad, sino que hay medios atacando y publicando noticias falsas a conciencia, en contra del Gobierno, de la Unión Europea, del Ayuntamiento de Madrid, y en general, de cualquier institución de poder. Del mismo modo, nos encontramos, lamentable y diariamente, con que los grupos parlamentarios de nuestro país también están recurriendo a la propagación de mentiras para atacarse entre ellos.
Nos vemos en una situación sin precedentes en la que los políticos parecen tener más interés en buscar culpables, criticar y destruir al contrario, que en hablar y llegar a acuerdos que beneficien a la ciudadanía. Raro es el día en el que no escuchamos mentir en alguna rueda de prensa otorgada por el Gobierno de España, y casi impensable es la jornada en la que VOX no es noticia por difundir datos falsos o manipular imágenes. Y ahí es donde entendemos la importancia del periodista: cuando investiga y niega todo lo que no es real, cuando nos abre los ojos y nos demuestra la clase de personas que nos representan, cuando lucha con los datos en la mano por una sociedad informada, crítica e independiente. Ryszard Kapuscinski dijo una vez: “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”, y trece años después de su muerte, lamentablemente, nos encontramos con que la realidad sigue siendo la misma que cuando pronunció esas palabras.
Con las facilidades que tenemos para difundir bulos surgió la necesidad de crear una página web (maldita.es) que luche directamente contra las noticias que solo pretenden atemorizar a su público, que están manipuladas o que transmiten información sesgada. El trabajo que se hace en esta web no es otro que perseguir las fake news, investigar y negar, con los datos delante, todo lo que no sea real.
Evitar los titulares alarmistas es otra de las grandes recomendaciones de la fundación García Márquez, y es que se ha comprobado que da más dinero alarmar que informar, pero los periodistas tienen una responsabilidad ética y social, y deben actuar en consecuencia a ella. En 1690 se encontró en Boston el credo de Benjamín Harris, considerado el documento pionero en cuestión de ética periodística. En él se condenan los falsos rumores, se defiende el derecho a rectificar los errores eventuales, y se habla de verdad, objetividad y exactitud como cualidades esenciales de la noticia informativa. Cuatro siglos después seguimos entendiéndolo de la misma manera, pero es cierto que el desarrollo de la tecnología se está convirtiendo cada vez más en un obstáculo para mantener la integridad y la moralidad del periodista.
Hablemos del enfoque que se le debería dar al reportaje que realicemos. Ante la publicación de una información, tenemos varias opciones, pero la que debemos perseguir si queremos destacar por nuestro compromiso y profesionalidad, es, sin duda alguna, la que Javier Daría Restrepo denominaría como “periodismo por la esperanza”. El periodismo de soluciones, que es el recomendado por la fundación Gabo, es un planteamiento con el que se le da la misma importancia a la respuesta a cuestiones sociales y al problema en sí. Con este enfoque, se busca informar de manera rigurosa, con pruebas y datos contrastados, sobre las respuestas a problemas sociales. En el caso actual, utilizar este tipo de periodismo, conocido como el “periodismo de las buenas noticias” puede ayudar a rebajar el nivel de temor e incertidumbre en la población.
Me veo casi en obligación de mencionar, antes de poner el punto final, el gran ejemplo que nos han dado en España medios de comunicación como El Mundo, ABC, o Libertad Digital, entre otros, al obligar a las autoridades a rectificar y modificar el procedimiento de las ruedas de prensa. Más de 500 periodistas de todo tipo de medios han firmado el manifiesto “La libertad de preguntar”, que sostiene “que las preguntas al Gobierno las formule un miembro del propio Gobierno revela una absoluta falta de transparencia y un interés por controlar la información. Es una nueva forma de censura a los medios y un desprecio intolerable a los mismos ciudadanos a los que se reclama enormes esfuerzos que mayoritariamente están cumpliendo a rajatabla”. Y es que a pesar de que se dé por supuesto que el deber del periodista es plantar cara a la autoridad cuando intenta censurar o controlar la información que se transmite, estos días estamos viviendo una auténtica revolución por parte de muchos medios que ya se han hartado de ceder ante el Gobierno. La libertad de prensa es un derecho fundamental establecido en nuestra Constitución, y como tal debemos considerarle.
Me encantaría conocer tu opinión ¿cómo piensas que se está informando durante esta crisis? Siendo éste un blog de Recursos Humanos / Personas / Felicidad ¿piensas que las empresas están tomando decisiones objetivas basándose en informaciones objetivas?