Oposiciones hay miles, millones. A correos, a policía, a la administración pública, a médico, a juez, a profesor… las que queramos, y no sé si estaréis conmigo pero… si habéis opositado, te preparas, te preparas y te preparas hasta que lo consigues.
Pero ¿quién nos enseña a prepararnos a una de las oposiciones más difíciles y/o duras y/o importantes de la vida? ¿en cuál estás pensando? Yo sin dudarlo en la oposición de ser padres (y sin dejar de ser las “otras cosas” que somos)
Pues la respuesta está bien clara… nadie.
Tú la eliges (en la mayoría de los casos, porque es evidente que no siempre es así) y cuando ya tienes la plaza definitiva… empiezas a ser consciente que es para toda la vida.
La plaza definitiva
Emprendemos el camino con ilusión, miedos, dudas, estereotipos, opiniones de todo el mundo, y poco a poco vamos consiguiendo alcanzar esos objetivos que nos planteamos en un principio, a veces con muchísimo esfuerzo y otras con algo menos.
En el inicio vamos ocupando la vacante con determinación, conseguimos que nos “respeten”, que “interioricen”nuestros valores, que se comporten “educadamente” ante los demás, que hagan de la verdad su compañera, que se socialicen con “cualquiera” que se ponga a su lado (quieran o no quieran).
Y cuando creemos que esa oposición que tantas horas le hemos dedicado, tanto aprendizaje intrapersonal nos ha llevado, tanta dedicación le hemos puesto… llega la hora de la verdad y ¡zas! nuestro tranquilo mundo, nuestra controlada realidad se tambalea… aquí está, entramos en la pre-adolescencia o directamente en la adolescencia.
¿Y ahora qué?Nos damos de frente con alguien parecido a nuestros hijos, aunque solo parecidos. ¿Dónde ha quedado todo aquello de lo que nos sentíamos más que orgullosos? ¿Dónde está ese respetar, esa empatía, ese esfuerzo, ese compartir el tiempo juntos?
Pues bien, mucho me temo que durante esta etapa se ha esfumado. Se ha esfumado aunque dicen los expertos que no será para siempre, sino algo momentáneo.
Espero y deseo con todo mi corazón que sea cierto eso que dicen, que aquello que ahora mismo añoramos vuelva y encima enriquecido y ¿qué más podemos pedir?
Ahora sí que empieza la verdadera oposición, la que nos va a quitar muchas horas de sueño, la que nos va a suponer una MAYOR ATENCIÓN de todo aquello que leemos, vemos, intuimos, sentimos y sobre todo una MAYOR COMPRENSIÓN de quien tenemos a nuestro lado.
No nos conviene (a ninguna de las partes) verlos enfrentados a nosotros, porque no son nuestros enemigos. Solo son esos niños (nuestros hijos) que de repente se están enfrentando a sentimientos, valores, ideas… que no reconocen y seguramente estén experimentando el mismo miedo que nosotros (o más).