Qué es el tiempo?
Según la RAE, el tiempo se define como la duración de cosas y/o la magnitud física que permite ordenar las secuencias de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro.
Sin embargo, yo completaría esta definición añadiendo que a su vez es un recurso que cada uno gasta a su antojo en lo que quiere o en lo que puede.
También se puede renombrar como bendición porque así lo verán aquellos que lo valoran, lo cuidan y lo miman. De modo contrario lo verán todos aquellos que no saben qué hacer con él y lo malgastan día tras día.
Mi bisabuelo decía: “No hay que mirar el tiempo que se invierte en las cosas, sino el resultado de lo que hemos estado haciendo con él”.
Es un bien preciado, porque para todos el día cuenta con 24 horas aunque no todos exprimimos ese tiempo del mismo modo: hay quienes se pasan cada minuto de su vida protestando porque las cosas no han salido como les hubiera gustado. Otros lo invierten en estar tan ocupados que ni siquiera se dan cuenta que el día ha terminado. De esta manera no se paran a pensar y se pasan la jornada en modo “automático” (pero “tranquilos”). Luego están esos que lo desmigajan tanto y lo desmenuzan al milímetro con el objetivo de sacar el mayor provecho de cada instante.
Para todos y cada uno de ellos el tiempo es el mismo, a pesar de que no todos lo invertimos de la misma manera.
Si hacemos una breve reflexión, de manera global, sobre cómo utilizamos el tiempo a lo largo de las etapas de la vida:
- Es curioso, a los niños el día se les pasa “volando” porque quieren pasar cada minuto jugando (aunque muchas veces el adulto no se lo permite por las obligaciones que le vienen impuestas).
- Los adolescentes lo invierten en estar con los amigos, conectarse con los móviles, en las redes sociales. . .
- Los adultos (nosotros que ya hemos olvidado la mayoría de las veces lo que es realmente importante y prioritario) decidimos gastar o más bien malgastar nuestro tiempo en correr de aquí para allá, sin detenernos ni un segundo.
- Y luego están los ancianos, esas adorables personas que cuando empiezan a encontrar el sentido al aprovechamiento de ese bien tan preciado. . . aunque suene duro decirlo: se les acaba.
La vida pasa muy deprisa, tan deprisa, que cuando nos demos cuenta, ya se nos habrá escapado de las manos y detenido en seco.
Por todo ello te lanzo una sugerencia y te pido que pares, te detengas a observar y disfrutes de cada fracción de segundo que pasa, porque no habrá otro igual jamás.
Un día, haciendo un taller en Burgos, me hicieron uno de los mejores regalos que nunca me han hecho antes. Me lanzaron la siguiente pregunta: “Si te dijera que mañana a las 12:00 de la mañana vas a morir ¿en qué emplearías las horas que te quedan?”
Me quedé paralizada y tras unos segundos de conmoción todas las mujeres que estábamos compartiendo ese espacio, expusimos nuestros deseos más íntimos y a la vez más “insignificantes”. Eran cosas más que sencillas, acciones como: salir a pasear al campo, sentarse al lado de un río a contemplar el amanecer, sentarse en el sofá con los suyos y fundirse en un eterno abrazo. . .
¿De verdad que no podemos sacar cada día una pequeña porción de tiempo para dedicarnos a lo que realmente nos hace sentirnos felices, llenos, plenos? Lo tenemos a nuestro alcance y ¿no somos capaces de verlo?
Son cosas sencillas, de esas que no te costaría hacer si otra persona te lo pidiera, pero ¿por qué no te lo regalas a ti y a los tuyos? Empieza a darte esos “caprichos” que necesitas, quieres y echas de menos.
Ojala tuviéramos el súper poder de parar o hacer correr el tiempo, manejarlo “físicamente” a nuestro antojo dependiendo de las circunstancias, pero. . . no lo tenemos, así que: estamos “obligados” a sacar el mayor provecho de él, ya que no sabemos cuándo va a llegar a su fin y quizá algún día nos arrepintamos de no haberlo hecho, seamos conscientes de que ninguno de nosotros tenemos “fecha de caducidad”.
La buena noticia, es que aún podemos hacerlo ¿no crees?
Ahora viene la otra gran pregunta: ¿el tiempo te controla o tú le controlas a él?
Si tu respuesta es la primera, ya es hora para ponerse manos a la obra y cambiarlo, ya que de otro modo te sobrepasará y te arrollará sin darte cuenta.
Para terminar, me gustaría proponerte una tarea que considero más que obligada:
Te lanzo una propuesta. Párate un instante y piensa que harías con un día entero (24 horas) solo para ti.
Ahora apúntalo, planifícalo y a la mínima oportunidad ¡HAZLO!
Te sentirás grande, feliz por darte espacio, por cuidarte, mimarte y recompensarte.
También te sugiero que reflexiones sobre esas cosas que son importantes para ti y no las olvides.
Quizá estés pasando un mal momento, pero aun así visiónate como un anciano muy longevo y mirando este mismo instante desde la distancia, valora qué te habrán supuesto esos días, esos meses, en toda una vida. . . seguramente que muy poco, por lo que saca lo mejor de cada instante y aparta todo aquello que nubla tu objetivo: ¡disfrutar de esos pequeños detalles!